El pasado 15 de marzo se celebró a nivel global una huelga mundial de estudiantes por el clima, que no fue ajena a mi alumnado. Algunas de mis alumnas y alumnos de 1ºESO vinieron ese día, y lo dedicamos a hablar sobre la situación del planeta, la emergencia climática, y valorar qué podíamos hacer nosotros, desde nuestra discreta posición. Tras una preciosa sesión de reflexión profunda, decidimos actuar.
La consigna era clara: estamos destrozando el planeta, y tenemos que hacer algo para ponerle freno. Comenzó la lluvia de ideas: había tantos temas para trabajar, que era difícil optar por uno concreto. Pero pronto nos pusimos de acuerdo en un gran problema que vemos día a día a nuestro alrededor: el consumo de plásticos. Con esta idea en mente, centramos nuestra actuación en los microplásticos, y decidimos dedicar la sesión de los viernes desde ese día hasta final de curso a avanzar en un proyecto de concienciación sobre el problema derivado de los microplásticos. Serían nuestros "viernes por el clima" particulares, y se convertirían en una experiencia preciosa.
Tras una recogida de información común sobre los aspectos más relevantes de estos contaminantes y su efecto en el Medio Ambiente, nos dividimos en comisiones. Cada alumno se unió a la comisión que más le interesaba: un grupo elaboró una pancarta informativa, otro grupo se encargó de realizar lo propio en una página web, una pareja de alumnos abrió una cuenta de instagram y fue subiendo fotos denuncia y consejos sostenibles, otro grupo se encargó de realizar una maqueta simulando el mar, con plásticos recogidos en el entorno del centro, y otro de los grupos preparó varias dinámicas interactivas de concienciación.
El resultado fue espectacular, un stand precioso y llamativo, que permitía la interacción con el público. El impacto del proyecto se multiplicó al participar en la Feria del Medio Ambiente de nuestro municipio. De la mano de nuestro alumnado, durante todo un fin de semana los vecinos y vecinas pudieron aprender qué son los microplásticos, qué consecuencias tienen y, sobre todo, cómo podemos evitarlos.
Ha sido una experiencia preciosa, enriquecedora, intensa. Pero de ella destaco dos cosas: la implicación de un alumnado que sorprendentemente ha cambiado tras el proyecto (replanteándose sus propios hábitos de consumo, al ver todo el plástico que generamos) y el aprendizaje inmenso por ambas partes. Y es que os puedo asegurar una cosa: tras este proyecto, ninguno de ellos va a olvidar de lo que son los microplásticos.
Para finalizar os dejo la web del proyecto (elaborada por los propios alumnos) donde podéis encontrar más información:
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